Cayetano Taberner Andrés

Historia de nuestro Orfeón Polifónico de Alaquás
Corrían los últimos días del año 1965, cercanas las fiestas de Navidad. Éramos un grupo de amigos, muy amantes de la música, hasta el punto de que algunos que tocaban con bastante calidad la guitarra habían formado un conjunto musical que llegó a actuar en la radio. Nuestra afición musical nos llevó a pensar que podríamos preparar algunos villancicos para amenizar las fiestas, e incluso, si nos lo permitía el señor párroco, don Antonio Sancho Bueno, poder contribuir al esplendor litúrgico de la Misa del Gallo de aquel año 1965. Cuando le contamos nuestra idea, don Antonio se mostró entusiasmado y nos dio todas las facilidades, como siempre fue habitual en él, tratando de «dar alas» a la juventud. Recuerdo que el primer villancico que preparamos los amigos fue Dime Niño de quien eres, cantado «a capela» quizás con una polifonía primitiva, pero que con la experiencia de algunos y el entusiasmo de todos, resultó bonito y constituyó nuestro punto de partida para acometer otras piezas. La segunda obra que nos atrevimos a cantar fue un Oh Santísima, a dos voces, mucho más elaborada i que nos animó a pensar que podíamos tomarnos más en serio la fundación de un grupo vocal. Pasaron las Navidades de aquel año; los componentes del conjunto instrumental siguieron con sus compromisos y la idea de un posible orfeón quedó dormida.
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Con la cercanía de las Navidades de 1966 volvimos a remover la experiencia del año anterior, pero con más seriedad y pretensiones, por lo que buscamos gente joven que quisiera cantar en un orfeón. Nuestra sorpresa fue grande ya que la noticia de la creación en Alaquàs de un orfeón corrió como un reguero de ilusión y gente joven, en su mayoría pertenecientes a la parroquia de La Asunción, la única que existía entonces en Alaquàs, se presentaron a nuestra convocatoria. Personas que pertenecen al orfeón desde los primeros momentos comentan entusiasmadas que «el orfeón se formó en un buen momento para los jóvenes de Alaquàs, entonces un pueblo con pocos habitantes y con pocas actividades para la juventud». Otros añaden: «Los jóvenes teníamos inquietudes y ganas de aprender y hacer algo distinto. El orfeón nos vino como anillo al dedo, nos ayudó a sentirnos grandes y a la vez, responsables». Otros apuntan: «Nos veíamos por la calle y nos decíamos ¡mañana ensayo! Fue una forma genial de relacionarnos con gente que no conocíamos. La gente se sorprendía, ¿cómo en tan poco tiempo habíamos aprendido tanto?» Empezamos a hacer una clasificación, rudimentaria, de las v(...)