Año:2008 Pg:439-448 |
Título: Los juegos, las canciones, las vivencias de nuestra infancia.
Autor: Esteve Llácer, María Periodo: História Contemporánea Materia: Sociedad Siglos: XX Tema: Estudios y documentos-Societat Idioma: Castellano Vista prévia
María Esteve Llácer
Los juegos, las canciones, las vivencias de nuestra infancia PRESENTACIÓN Los niños de hoy, cuando por la tarde llegan a casa después del colegio o instituto, van directos a la nevera, cogen su cocacola y, con sus bollos de pringoso chocolate o de alguna crema químicamente pura, se dirigen a su habitación donde les espera la consola con sus juegos último modelo, su televisión y cómo no, su ordenador. Digo esto como punto de referencia de lo que distingue el presente de esos niños de aquellos otros niños que vivieron su infancia en los años veinte o los años treinta del pasado siglo; hablo de la niñez que yo viví y recuerdo. No me atreveré a decir si fue un tiempo mejor o peor, sólo diferente, muy diferente... Desde luego, no teníamos deberes ya que el trabajo se hacía en el colegio. Al llegar a casa nos esperaba la merienda; un buen pedazo de pan ( y qué pan) y medio bollo de chocolate; entonces el chocolate se presentaba en «bollos», que eran unos cilindros como de veinte centímetros, envueltos en papel con la marca de la casa que los fabricaba. Y después, ¡a la calle!, porque a partir de la salida de los colegios, la calle era de los niños. Apenas si algún mayor ojeaba de vez en cuando, por si alguien se caía o había que intervenir en alguna pelea..., no por miedo a los coches, que no los había, ya que los únicos vehículos eran el carro del tio Tomás el Capdell por ejemplo, el del tio Micalet l'herbaser y alguno que otro. Además, también jugábamos en casa, con los juguetes de los últimos Reyes Magos: el tren, el camión o el tambor para los niños y ¿cómo no?, la muñeca para las niñas. 439 Pero en la calle, los juguetes éramos nosotros mismos, nos empujábamos, nos cogíamos, saltábamos unos sobre otros y cantábamos. Muchos de los juegos tenían su repertorio musical; por ejemplo, en el juego del escondite, uno de los jugadores, el que pagaba, escondía la cabeza en el hombro del amo o ama, que a continuación cantaba: Conillets a amagar, que la llebre va a caçar ... Y al terminar, el pagador tenía que buscar al resto de los niños y el primero que encontraba tenía que continuar el juego. Otras veces era el juego del corro; todos los niños se cogían de las manos formando un círculo y cantaban canciones como: «En el jardín del Prado», «El patio de mi casa», «Que llueva que llueva» etc. También había canciones por medio de las cuales y por eliminación, se designaba al pagador. Algunas de ellas eran: «Don Juan de villa Carpanta», «Una mona estaba tonta» y algo tan absurdo como la que sigue, porque a veces los niños tienen su propio lenguaje: Bombón(...) |